PREÁMBULO
de Mª Luisa Balaguer Callejón
Profesora de Derecho Constitucional y Periodismo de la Universidad de Málaga
La transición política en España, pese a que se considera por la mayor parte de la doctrina que tienen sus inicios en la década de los setenta, se inicia, coincidiendo con una parte del pensamiento político vigente a la sazón en Europa, en la mitad de la década de los sesenta. Los acontecimientos políticos que tienen lugar en los primeros años de esa década, repercuten en la intelectualidad alemana, francesa y americana y cristalizan en Marcuse, Sartre, y otros, con el paralelismo que hoy llamaríamos de “género”, en Friedan y Beauvoir. Aún presente la resaca de una confrontación bélica de los cuarenta, el hastío que supone ahora la invasión de Checoslovaquia, junto con la frustración de un incipiente Estado Social, que no acabada de despuntar, deriva en situaciones políticas como la de Mayo de 1968 en Francia, que hacen surgir nuevas formas de expresión artísticas y sociales, en una búsqueda de nuevos valores morales, que sustituyeran a todas aquellas viejas y obsoletas formas, insatisfactorias para la solución de los problemas cotidianos. Desmomentizar la revolución, y dar entrada a nuevos colectivos de personas que superaran la división de la sociedad de clases, traen como consecuencia el surgimiento de nuevos grupos sociales, entre los que se encuentra el feminismo, que en Francia se promueve sobre todo en un movimiento radical de cambio social, y en EE.UU. se liga además a la lucha de otros grupos sociales.
En España, por razones explicadas, estos movimientos se mantienen en la clandestinidad, lo que en absoluto significa que no existieran. Los movimientos feministas revolucionarios, se formaron en España en la década de los sesenta, y por las propias razones políticas, fueron ligados a la oposición política general al régimen, bien que en algunos casos, con organizaciones específicas y separadas de los partidos políticos clandestinos.
En este sentido, hubo desde entonces, y aún se mantiene hoy, aunque en condiciones parcialmente diferentes, una diferenciada filosofía feminista, que se podía entender de una de estas formas: la militancia feminista sctricto sensu, y la militancia feminista dentro de los partidos políticos de izquierda, que llevaba a lo que se conoce como la doble militancia, de clase y de género.
Lo que la autora intenta con su aportación, es justamente dar cuenta de la evolución del feminismo en Málaga durante unas décadas que han sido decisivas para la formación de un cuerpo de doctrina del feminismo teórico, que se realiza con una aportación institucional imprescindible, en el modelo de Estado Social que nuestra Constitución exige.
Y en ello reside el principal e importante mérito de su trabajo. En la minuciosidad de su descripción, de aquellos hechos y lugares, en los que se pudo producir esa evolución, que realizaría luego aportes importantes en el conjunto del Estado, en los 20 años que van desde 1990 a 2011, años que han sido decisivos en la configuración legal de la positivización del género en el ordenamiento jurídico constitucional español.
Desde la década de los noventa, justamente, el movimiento feminista, que había mantenido una reivindicación más o menos abstracta acerca de la igualdad entre mujeres y hombres, deriva rectamente, a un desarrollo constitucional importante, vía arts. 14 y 9.2 de la Constitución Española de 1978, en tres importantes aspectos de la igualdad de género. En primer lugar y de manera continuada en la legislación laboral, en segundo lugar y por la posición que la violencia de género ocupa en la generalidad de la sociedades, industriales o no, y en tercer lugar, lo que supone una importante originalidad en los ordenamientos jurídicos modernos, la transversalidad de las medidas y normas jurídicas, en lo que se refiere a la afectación de género.
Este libro recoge justamente el resultado de una actividad política y social, especialmente encaminada a la orientación a las mujeres de Andalucía, destacadamente de Málaga, de todas las políticas públicas de género.
Tras unas primeras páginas introductorias en el plano teórico, acerca de conceptos elementales del feminismo y de las principales corrientes de este movimiento, la autora describe y sistematiza un conjunto de muestras de actividades en las que se pone de manifiesto el nervio del movimiento feminista en la actualidad.
La autora, parte de esta Historia, se constituye en narradora de todas esas actividades y de su significación, en un escenario, que no por próximo deja de ser ya una buena parte de la Historia de la política y de la sociología de nuestro más inmediato entorno cultural. Y puesto que ella misma ha sido parte activa, su trabajo adopta un especial interés, no solo en su aspecto más teórico de la enumeración de importantes aportaciones al feminismo y a la igualdad, sino también de su significado práctico que da cuenta de la importancia que finalmente tiene cualquier actividad que redunde en la mejora de las condiciones de vida y de la felicidad que debería perseguir toda acción política que intente realizar los fines de un Estado Social y democrático de derecho.
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